30/10/2025
Durante su intervención en el Fórum Internacional de Innovación, Talento y Educación Aeroespacial (FITEA), celebrado en Getafe, Esther Monterrubio, secretaria general de Formación Profesional del Ministerio de Educación, Formación Profesional y Deportes, afirmó que “invertir en Formación Profesional es un impulso al bienestar”. Sus palabras reflejan una realidad cada vez más evidente: la Formación Profesional se ha consolidado como una herramienta estratégica para impulsar la innovación, el empleo y la cohesión social en España.
“La innovación que necesita España para competir y prosperar tiene una base educativa y profesional, y esa base se llama Formación Profesional”, subrayó Monterrubio durante su intervención. En este contexto, destacó tres pilares esenciales sobre los que se asienta el nuevo modelo de FP: la innovación tecnológica, la colaboración con el tejido productivo y la cohesión territorial.
En primer lugar, señaló que los 66 centros que integran la Red Estatal de Centros de Excelencia se han convertido en verdaderos ecosistemas de aprendizaje avanzado, impulsando proyectos de investigación aplicada, emprendimiento e internacionalización. Espacios como las Aulas ATECA o los laboratorios de fabricación avanzada ya forman parte del día a día en numerosos centros educativos, donde se trabaja con tecnologías emergentes como la realidad extendida, la robótica colaborativa, la simulación o la impresión 3D.
En segundo lugar, Monterrubio destacó la importancia de la colaboración entre la FP y el tejido empresarial, afirmando que “cuando España innova, las empresas crecen, los salarios mejoran y el bienestar se expande”. La Formación Profesional se posiciona así como un puente directo entre la educación y el empleo, adaptándose a las necesidades del mercado laboral y contribuyendo a la creación de puestos de trabajo de calidad.
El tercer eje, la cohesión territorial, sitúa a la FP como un instrumento para equilibrar el desarrollo entre regiones. En palabras de la secretaria general, “la Formación Profesional es, a la vez, política industrial, política de innovación y política de cohesión”. Esta visión resalta su papel como motor de transformación no solo económica, sino también social y territorial, ayudando a fijar población y dinamizar zonas rurales.
La Formación Profesional no es solo una opción educativa, sino una estrategia de país. Para las personas, representa una oportunidad real de crecimiento personal y profesional gracias a itinerarios flexibles y actualizados. Para las empresas, ofrece perfiles cualificados que impulsan la competitividad y la productividad. Y para el conjunto de España, constituye una inversión en bienestar, progreso y sostenibilidad. “Una FP más europea es una FP más útil para las personas y más competitiva para las empresas”, recalcó Monterrubio, subrayando la necesidad de seguir fortaleciendo la dimensión internacional de la formación profesional.
Entre los principales retos que afronta este modelo educativo destacan la actualización constante de infraestructuras y equipamiento, el refuerzo de la cooperación entre centros educativos, empresas y universidades, la promoción de la movilidad internacional, la mejora de la imagen social de la FP y su alineación con los grandes desafíos del siglo XXI, como la digitalización, la sostenibilidad y la transición energética.